miércoles, 6 de noviembre de 2013



La noche caía como la nieve, 
artera y silenciosa,  sin avisar 
que iba llegando. 
Yo la perdía, 
¡entre las sombras la perdía! 
Mi mano quedaba 
retenida en la pupila 
como el último mapa. 




Desdibujándose, 
la oscuridad lo ocupaba todo, 
preñada de hambre 
por devorarlo todo 
y todo la buscaba convertido 
en hombre. 
No puedo olvidar 
aunque deba. 
No puedo, 
no puedo, 
no puedo, 
no puedo. 





Nená de la Torriente