sábado, 23 de noviembre de 2013

 Débil es el aliento que busca 
la debilidad de otro aliento, 
para crecerse alzándole, 
humana búsqueda como otras 
búsquedas más extrañas 
que he conocido. 
Pero a ese herido que va 
comparando heridas y horadando 
por el instinto de pura rabia, 
a ese no le entiendo. 
Todos, 
en nuestro cuidado de cicatriz, 
tapamos tres clavos en el lugar 
donde hubo dos agujeros, 
intentamos un esfuerzo extra, 
un poco más para que ese pliegue 
doloroso deje de incomodarnos. 
Pero no vamos abriéndolos a capricho, 
por el puro placer del arañazo 
y mucho menos proporcionándole. 
¿Para qué ser diente y oreja 
en una lombriz 
si has de lastimar una piel que sangra 
y que al mismo tiempo solloza? 

A la larga, 
o tal vez pronto, 
tu propia llaga se agranda. 




Nená de la Torriente