la
debilidad de otro aliento,
para
crecerse alzándole,
humana
búsqueda como otras
búsquedas
más extrañas
que
he conocido.
Pero
a ese herido que va
comparando
heridas y horadando
por el instinto de pura rabia,
a
ese no le entiendo.
Todos,
en
nuestro cuidado de cicatriz,
tapamos
tres clavos en el lugar
donde
hubo dos agujeros,
intentamos
un esfuerzo extra,
un
poco más para que ese pliegue
doloroso
deje de incomodarnos.
Pero
no vamos abriéndolos a capricho,
por
el puro placer del arañazo
y
mucho menos proporcionándole.
¿Para
qué ser diente y oreja
en
una lombriz
si
has de lastimar una piel que sangra
y
que al mismo tiempo solloza?
A
la larga,
o tal vez pronto,
tu propia llaga se agranda.
Nená de la Torriente