¡tantas! 
que
se me resbalan los dedos 
en el teclado, 
y
si escribiese con el lápiz 
sé
que le rompería la punta. 
Tengo
que contarte 
que los días no tienen 
tiempo,  que el tiempo no existe, 
que
al mundo le he dado la vuelta, 
que
por fin sé 
lo que es no estar cuerda 
en
esta dicotomía absurda 
de los sesudos. 
Ahora
sé que lo sabido 
se olvida muy deprisa
-generosamente-
para
dejar sitio 
a lo que aprendo nuevo, 
y
que lo que sentimos 
no
pasan por filtros como siempre 
nos
han dicho: 
Sentencias sobre la amistad, 
cómo debe o 
cuánto
debe guisarse. 
El
amor,  quién da,  o cómo se toma. 
La
felicidad en cuántas dosis. 
Simplezas,  sólo simplezas. 
Cosas que ya no me sirven. 
Ven
a verme... 
¡Tengo
tantas cosas que contarte! 
Nená de la Torriente
