jueves, 7 de noviembre de 2013

Excédeme. 
Abre sin llave 
lo que hubo de ser una puerta 
y toca ahí donde duele 
como si fuera un arpa dulzona, 
aunque tenga rotas un par de clavijas 
y le falten algunas cuerdas. 
Tócame, 
mi nombre en el capitel se ha borrado, 
se han ido resbalando las letras 
por la columna hasta la cubeta, 
y ya no se reconocen las sílabas. 
Si te sientes con fuerza,  invéntame, 
invéntame de nuevo, 
y haz que de mí vuelva a sonar la música, 
esa capaz de que caigan hojas 
en pleno verano, 
como un enorme pulmón de otoño. 
Envídame. 
Sácame de esta eufonía y méteme
entre tus piernas, 
déjame estar en silencio,  cálidamente 
recogida en el fogón de tus murmullos
hasta que se escape mi grito 
-diferente a todos los sonidos-, 
aquel que huyó por una rendija 
una mañana de invierno. 




Nená de la Torriente