-No a las deudas
afectivas-
querido
amigo,
ni
tengo miedo.
He
hecho mis deberes,
he
multiplicado a mis amigos,
les
hice sacar lo mejor de sí mismos.
Fueron
felices cuando iban de mi mano.
No
puedo decir que haya sido multiplicada
por
ninguno de ellos.
No
me empujaron a sacar lo mejor de mí,
no
les siento como aquel motor que me compuso
ni
como el recuerdo que tejió mis alas y
aún
las sigue tejiendo.
No, no tengo una deuda con el mundo
querido
amigo,
ni
tengo miedo a fauces grandes o chicas
que
puedan dañar un recuerdo que ya he perdido,
porque
nadie en este mundo
se
ha dañado más así misma que yo.
¿Dónde
están aquellos, dime?
¿Dónde?
Nená de la Torriente