jueves, 5 de diciembre de 2013

Yo conocí el llanto de los padres 
quizá por eso lloro, 
y las risas hasta la vista procaz 
de la misma campanilla. 
También conocí el vals de las velas 
pasada la media noche, 
cuando las lunas eran bajas 
y olía a limonero y a lluvia, 
quizá por eso sé sonreír 
con picardía y con inocencia 
al mismo tiempo. 
Yo conocí el pan de almorta, 
su amarillo,  y su rasposo tacto, 
las uvas y los tomates como merienda, 
quizá por eso me gustan las plazas 
e intercambiar historias. 
También conocí cómo el dolor le cambia 
el color del pelo en una noche a un hombre, 
y como se deja de vivir quedándose quieto. 
Quizá por eso calzo zapatos gruesos, 
porque sé que andamos por una cuerda fina, 
demasiado  fina. 





Nená de la Torriente