sábado, 21 de diciembre de 2013

En resumen, 
¿Cuántas cosas 
me quedan para sentencia? 
Le dijo el atardecer a la rama. 

No sabía que aún 
en milésimas de instante 
brotaban pequeños insectos 
de los ovillos de la hoja 
que sostenía su rayo. 
Ni que había un abanico cambiante 
de cientos de brillos distintos 
reflejándose en la ventana de María, 
ni que Andrés la miraba enardecido 
bajo aquel mismo árbol. 
Ni siquiera sabía que el tiesto de azaleas 
se estaba quebrando por el mismo centro 
dejando las raíces al aire. 
Ni que Manuel dejaba este mundo 
a dos manzanas de allí. 
Tampoco sabía que dos tristes mujeres 
se reían hasta el ahogo, 
aferradas  a dos vasos de anís del Mono 
recordando su loca juventud. 
Tanto desconocía el atardecer… 





Nená de la Torriente