lunes, 23 de diciembre de 2013

Seremos cada día más 
andando hacia todas las direcciones. 
Yo sobreviviré a la enana del mechón rosa 
-impertinente,  impertinente-, 
la seguiré sonriendo hasta que se agote. 






Y seguiré caminando 
hacia donde mi pie quiera llevarme 
y mi corazón me libere. 
Tú mirarás a tu babión e insensible jefe 
-como casi todos los jefes-, 
y terminarás compadeciéndole 
porque seguirás caminando 
en tus trayectos íntimos, 
sobrevolando su calva o su bigote. 
Ella ignorará a su necio marido, 
él a su cansina señora. 
Todos irán formando sus rutas 
de sombras sobre suelos de nadie, 
cargando con sus hatillos singulares, 
sus fotografías antiguas y las que harán 
mucho más nuevas e impredecibles. 
La vida es ese ala que nunca se moverá 
sólo por el viento. 






Nená de la Torriente