martes, 10 de diciembre de 2013

-El beso-

No bendicen las estrellas  
el sonido de la noche. 
Cae el relente helando los labios. 
Un beso chiquito y huérfano, 
va buscando una boca 
donde acogerse sólo esta luna, 
pero las sirenas de las ambulancias 
y de la policía le asustan 
cada vez que está apunto 
de entrar en una. 
Qué absurdos son algunos momentos... 
Le digo viéndolo cobijado   
en unos soportales, 
y el beso se lanza a mi cintura 
en busca de calor. 
Intuye bien que en mis labios 
hoy no podrá pasar la noche, 
que se han adueñado de ellos 
los reniegos, y
las imprecaciones de las estrellas. 
Pero le acaricio y 
dejo que se quede conmigo,   
antes de cubrirnos,  a ambos, 
con el edredón. 





Nená de Torriente