las
almas piden
que
atendamos su sitio
pero
andamos distraídos
con
la suavidad de un tacto,
la
mirada tierna,
la
promesa del beso sempiterno,
la
golosa lengua amotinada
y
esa sacudida de testa a pie,
casi
dolorosa.
Tarda,
pero el alma empuja
los
placeres de la carne, y
nos
susurra,
nunca
en estos términos
-pero
parecidos-
‘¿a dónde
vas idiota?’
Retienes el pulso y pones
en
movimiento la cabeza.
Tú
me escudriñas con tu pico de ave
y
yo sonrío con mi boca de tela.
Provechos
o desventajas
de
seres como tú y yo.
Nená
de la Torriente