lunes, 16 de diciembre de 2013


Cuando los rostros nos distraen, 
las almas piden 
que atendamos su sitio 
pero andamos distraídos 
con la suavidad de un tacto, 
la mirada tierna, 
la promesa del beso sempiterno, 
la golosa lengua amotinada 
y esa sacudida de testa a pie, 
casi dolorosa. 

Tarda,  pero el alma empuja 
los placeres de la carne,  y 
nos susurra, 
nunca en estos términos 
-pero parecidos- 

‘¿a dónde vas idiota?’

Retienes el pulso y pones 
en movimiento la cabeza. 

Tú me escudriñas con tu pico de ave 
y yo sonrío con mi boca de tela. 
Provechos o desventajas 
de seres como tú y yo. 






Nená de la Torriente