levantando
el brazo por cualquier
conflicto.
Íbamos
a cambiar el mundo,
aunque
tú me llamaras pequeña burguesa
por
entonces,
¿recuerdas?
Como
si me hubieras llamado
hamburguesa
o cereza,
las
palabras no tenían el rigor de ahora.
Pues
los días no han languidecido
te
sorprenderías, se han armado
de
ira y soledades llenas de grito.
Ya
no puedo reconocer la misma pasión
porque
parece teledirigida.
Uno
ya no es uno, es el grupo,
esa
identidad tan singular,
aún dentro de la peña,
se
ha ido perdiendo.
Te
reirías porque hay oleadas de semovientes
y
‘guarrinstos’* que las llevan,
una
Rebelión en la Granja en todo su apogeo,
que
terminará en otra y en otra.
Es
el peso de las palabras amigo
y
cómo cuelgan las intenciones.
También
hay verdaderos revolucionarios
que
han evolucionado sin romper piernas,
de
esos sigo aprendiendo mucho.
Nená de la Torriente
*Cerditos –expresión personal-