tierra
y agua.
Venimos
nuevos a partir estacas
y
a despegar la lengua de los dientes,
antes
casi de haber aprendido a escuchar
el
viento y el sonido de las cosas furtivas.
Un
día nos despertamos distintos
y
pensamos que algo ha ocurrido,
nos
hemos perdido en las estancias
de
la vida un camino destacado
de
entre muchos nimios
¿cómo retomarlo?
Las
señales son confusas,
nunca
aprendimos a prestar atención.
Desorientados
nos sumamos a la multitud
para
sentirnos parte de algo
y
aún el extravío es mucho mayor.
Ahora sí que no somos nadie,
ahora
somos la oliva servida
en
una mesa
que
cualquier día se comerá una boca.
Nená de la Torriente