de lo que está lejos,
ese
tú que te señala con el dedo
de
retorno.
Hoy
soy otra, aunque quieran
llamar
a esto
cualquier cosa que suene
a
afeite de vate llorón
y extemporáneo.
Hoy
me duelo tan adentro
que no sé
pensar
en la claridad
soleada del día
o
en la belleza del tapiz
de hojas leonadas
que
se enredan en mis botas,
entre mimos de arrebato.
Ya
sé,
ya sé que todos estamos solos,
en
nuestras, enero a enero,
fabricadas fortalezas.
Pero
hay días,
qué sé yo,
que la soledad se escribe sola.
Nená de la Torriente