-Este no es un poema triste,
este es el poema de inicio-
Llamemos
a la pena, pena,
y
al miedo, miedo.
A
la soledad con su palabra exacta,
para
no adornarlas con mentiras
ni
con argentería que nos ciegue
de
su verdadero contorno.
No
hay más.
Una
vez puesto sobre el suelo
todo
lo que nos lastra,
abandonémoslo
ahí.
No
nos va a seguir,
ya
hemos tenido bastante.
Pero
no sigamos fingiendo que es
una
mala racha,
que
somos valientes, y
que
en el fondo no estamos solos.
Nená de la Torriente