sábado, 28 de diciembre de 2013

No es el consuelo 
la rama y el racimo, 
sabiendo que un día 
hubo una flor hermosa 
ceñida de aroma y lluvia; 
pero a la espalda quedan las flores 
como espinas doradas, 
porque fueron y se desvistieron 
hoy en sus frutos. 
No,  no se deben llorar las pérdidas 
porque éstas no lo fueron, 
siempre fueron ganancias. 
Es esa terca manera de mirar el mundo, 
echando la vista a la huella seca. 
Conviene conmigo en buscar el barro 
para hundir el zapato y formar 
unas marcas nuevas, 
buscar otras increíbles flores, 
y averiguar entonces qué clase de frutos 
querrán darnos mañana. 







Nená de la Torriente