con
más entusiasmo te reencuentras.
Es
el olvido y la sorpresa,
como
quien pasea por una calle y
al
pasar por un escaparate ve su reflejo
y
se sorprende
¿soy
ese?
Así
los días suceden en collares de perlas,
siempre
con el broche en la boca
pero
los ojos encendidos por el brillo de
sus
siempre desiguales y redondas.
Con
todo, nunca me desnudo
¿eso
supone que miento?
No.
Me
tengo en lo que valgo y no quiero
bostezos, aunque pueda ir hablándole
a
las farolas de toda una avenida, y
discutir
con los bancos, tan templados ellos,
tan
serios.
Me
encanta la Navidad,
es
la primera hoja en blanco,
el
olor que sólo madre sabe describir,
el
adiós anticipado y el hola.
Nená
de la Torriente