sábado, 14 de diciembre de 2013


Siempre cambio margaritas por sonrisas
porque no soy ingenua. 
Él piensa que sí lo soy pero necesita subirse 
a la loma y mirar desde más arriba. 






Cree que las cosas útiles,  como las llama, 
las monedas y el papel,  le avituallarán 
para los inviernos, 
pero con el frío esas cosas no te defienden. 
Lo que no sabe es que lo descubrí 
siendo ingenua, 
y entregando margaritas
como ahora hago, 
y tampoco sabe que desde la experiencia, 
cada sonrisa que recibo son mil calorías 
para acumular entre mis paños, 
que devuelvo de una manera inexplicable,  
en un intercambio misterioso 
que renueva la luz de todas las estrellas. 






Nená de la Torriente