viernes, 6 de diciembre de 2013

-De esa vehemente alegría...-

Tan deprisa como llegas 
ocupando los escasos huecos 
que nos deja la arcilla, 
¡lo desordenas todo! 
Maravillosamente enajenada 
con tus risas 
en cada caja de resonancia, 
amarillos vivos, 
rojos explosivos, 
verdes de prados que renacen. 
Tan deprisa como llegas y colmas 
el espacio que nos ocupas, 
te vas, 
y te vas como un remolino 
por un desagüe inesperado, 
incomprensible, 
destronando al ave del más alto árbol 
de la más elevada cima. 
Ya no es rey del cielo, 
le dejas caer al suelo en caída libre, 
hasta desaparecer en la hojarasca. 






Nená de la Torriente