de
andar entre tanto idiota
que
exige que se le reconozca inteligente,
no
original o rutilante estrella
entre
los para-lelos
que
hacen masa en las paredes
de los establecimientos.
Dame
amor, amor como lo entiendas,
no
esa bebida de novicio en nimiedades
que
no sabe ni lo que piensa,
pero
bebe de su propio elixir melifluo.
Vanitas
vanitatum omnia vanitas,
que al querer a otro
él mismo se está adorando.
Dame
amor, amor como lo entiendas,
de
boca pequeña o de boca grande,
a
tragos lentos o sediento,
sin
esperar más palabras
ni más reconocimiento
que unos labios,
pero
nunca así,
como el que quiere ser reconocido
o
el triste y torpe principiante.
Nená de la Torriente