sábado, 7 de diciembre de 2013

-Presos-

Es cosa que el rostro, 
en momentos casuales, 
se queda preso, 
ahí en un escaparate, 
ahí en unos ojos, 
o en las gotas de los pétalos 
de una hermosa cala.  

Es cosa que del mismo modo 
este motor de adentro 
que nos retuerce o nos calma 
se escapa,  y nos deja quietos 
con la mirada perdida. 
Unos lo llaman alma, 
otros espíritu o llama de vida. 

Pues sucede que cuando viaja 
también se queda preso 
como el rostro,  en pequeños lugares 
de una forma caprichosa.  

Y lo mismo se esconde en una concha 
que en el envés de un helecho, 
en la ranura de una tapia 
que han de rozar unos dedos, 
o en el corazón de otro, 
un perfecto desconocido. 

Atraviesa su carne, 
irrumpe su ser y se queda im-preso, 
para regresar de vuelta 
ya con sólo una parte. 




Nená de la Torriente