lunes, 23 de diciembre de 2013



Teníamos algo en común, 
el capirote hecho de cartulina, 
cara a la pared en la esquina 
de la clase. 





La misma sonrisa en el mismo ángulo, 
unas veces con picardía, 
otras con un poco de locura,  pensando 
que todos eran unos bobos. 
El pensamiento de que jamás se 
enterarían de nada, 
nada, 
nada, 
nada, 
al menos de lo que pensáramos, 
porque hay universos paralelos 
infranqueables, 
y mundos alternativos que se desconocen. 
Las cosas no son siempre lo que nos cuentan 
ni lo que parecen. 
Hay muchas formas de ver el mundo de ahí afuera, 
aunque se riera cien años la clase entera
porque una sola frase sonase extraña 
o fuera de lugar. 






Nená de la Torriente