el
capirote hecho de cartulina,
cara a la pared en la esquina
de
la clase.
La
misma sonrisa en el mismo ángulo,
unas
veces con picardía,
otras
con un poco de locura, pensando
que
todos eran unos bobos.
El
pensamiento de que jamás se
enterarían
de nada,
nada,
nada,
nada,
al
menos de lo que pensáramos,
porque
hay universos paralelos
infranqueables,
y
mundos alternativos que se desconocen.
Las
cosas no son siempre lo que nos cuentan
ni
lo que parecen.
Hay
muchas formas de ver el mundo de ahí afuera,
aunque
se riera cien años la clase entera
porque
una sola frase sonase extraña
o
fuera de lugar.
Nená de la Torriente