su
llama encendida, ni
con
esa sangre
que gotea la costura
de
su traje a medida.
Su
raíz está manchada
de tinta,
detrás y delante el verso
le
empolva la nariz
con sutiles quiebros.
Otros
sólo hablan
de brutos que llevar
de
los ronzales,
y
de
‘sólo te quiero
si tú me adulas’.
Tan
importante
es el legado de la cortesía
como
el de la elegancia y
el
de la humilde compostura,
o el de la evanescente
vanidad.
Nená de la Torriente