ciegos
un segundo, tal vez dos.
Los
días de fiesta renuevan esa instantánea,
el
momento capturado,
nunca
el instante que por naturaleza pasa.
Debo
volver al acantilado
a
soñar que puedo escuchar las campanas,
apoyando
mi espalda
en el pequeño recodo de piedras.
Allí
no estará ni mi sombra
a
quien poder susurrarle
y
tendré que escuchar:
Se
acabaron las preguntas niña chica,
se
acabaron las respuestas niña grande.
sólo
a un palmo de la mano, a un palmo,
nada
más.
Ese
es todo el recorrido.
Navidad, natividad, origen,
eclosión, principio,
por
última vez,
mi primer comienzo.
Nená de la Torriente