miércoles, 9 de octubre de 2013

Vuelvo a escuchar el chiflo 
por las calles de Madrid,  y 
la voz jaranera del afilador. 
Parece que el tiempo no fuera 
tan viejo,  ni nos hiciera grandes, 
y los pelones y las colonias dulzonas 
vinieran de nuevo a mi nariz. 



Telas que eran telas,  pastillas de leche 
de burra  -que ni burra,  ni leche,  sólo 
azúcar -para el tripero de golosinas. 
Sueña la calle Segovia unos botines 
semejantes a éstos que llevo ahora, 
veinte años menos atrás, 
con los mismos dientes imperfectos 
y la misma carcajada, 
con un billete de tren en el gabán 
y siempre el equipaje exiguo. 
Madrid me muerde a trocitos 
y me dejo encantada, 
le devuelvo lo que la mordí yo a ella, 
que no fue poco, ni desapasionado. 





Nená de la Torriente