viernes, 11 de octubre de 2013



El día que no te escribo 
me salen ranas en los dedos, 
al menos les hablo a ellas, 
pero no sé si me escuchan. 





Cuando no puedo escribir 
me escuecen los ojos,  y 
se agita mi pulso como si me 
encerraran en una jaula 
de un metro por uno y medio. 

Siento que se me cae el pelo, 
que se me seca la boca, 
que ladeo la cabeza a ambos lados 
como si necesitase una chichonera, 
y no tardo en repetir una palabra al azar 
de forma sistemática. 


Tengo tantas cosas que contarte 
que cuando empiezo a hacerlo 
se me borran todas 
en un lapsus de amnesia transitoria. 


Me volteo hacia adentro y recuerdo 
la nube baja,  paralela al ático del edificio, 
y el filtro en abanico del sol en amanecida 
y me disuelvo en la taza de café que sostengo 
entre los dedos. 


Sé que amanezco viendo un hermoso poema 
y por un instante sólo soy café. 





Nená de la Torriente