me
salen ranas en los dedos,
al
menos les hablo a ellas,
pero
no sé si me escuchan.
Cuando
no puedo escribir
me
escuecen los ojos, y
se
agita mi pulso como si me
encerraran
en una jaula
de
un metro por uno y medio.
Siento
que se me cae el pelo,
que
se me seca la boca,
que
ladeo la cabeza a ambos lados
como
si necesitase una chichonera,
y
no tardo en repetir una palabra al azar
de
forma sistemática.
Tengo
tantas cosas que contarte
que
cuando empiezo a hacerlo
se
me borran todas
en
un lapsus de amnesia transitoria.
Me
volteo hacia adentro y recuerdo
la
nube baja, paralela al ático del edificio,
y
el filtro en abanico del sol en amanecida
y
me disuelvo en la taza de café que sostengo
entre
los dedos.
Sé
que amanezco viendo un hermoso poema
y
por un instante sólo soy café.
Nená de la Torriente