la lengua dulce de la niña,
el
milagro del ojo enamorado
son
cosas de este mundo:
Una
ciudad de calles intrincadas,
con
rotondas y puentes levadizos,
así
el codo que tantas veces ha girado
o ha apoyado su contorno por los días;
y
la piruleta perfecta de fresa
que
siempre brilla,
así
la lengua de la niña que saca
de
sus finos labios entre incansables sonrisas.
Y
¿qué me dices de esa luz que no ciega
pero
alumbra, que se escapa de la pupila
del
hombre o de la hembra que se siente
azorada
por dentro?
Amor, o estado de esperanza tan profundo
que
hasta puede dejar de ver el plomo
que
en forma de lluvia esté cayendo.
Nená de la Torriente