domingo, 13 de octubre de 2013

El verso anega como un manantial 
la mesa fría y colma con su suave tacto 
sus rincones olvidados. 

Los llama vida, 
amor, 
luz,  y 
les brotan hojas de naranjo, 
verdes como el verde que despierta 
mayo,  para poder llamarse mayo. 

Todo eso hace el verso, 
despacio, 
cuando se deja caer sobre la mesa fría. 





Nená de la Torriente