Lo
mismo que una oliva
con
la rubia,
o el
jamón con el tinto.
Así
la galleta
con
la mistela,
y la lágrima con el anís
del
Mono.
Las
pequeñas piezas
van indagando
sus peculiares huecos,
como
estos labios
van
buscando tu boca,
el
perfecto varadero
para esta barca,
su
lugar natural.
Agárrame
de la cintura
como
sólo el que ha de ser
conoce
y
déjame que te huela,
sabré
enseguida
si eres tú mi puerto
y
yo tu nao,
siempre tuya.
Nená de la Torriente