viernes, 11 de octubre de 2013

Lo mismo que una oliva 
con la rubia, 
o el jamón con el tinto. 
Así la galleta 
con la mistela, 
y la lágrima con el anís 
del Mono. 
Las pequeñas piezas 
van indagando 
sus  peculiares huecos, 
como estos labios 
van buscando tu boca, 
el perfecto varadero 
para esta barca, 
su lugar natural. 
Agárrame de la cintura 
como sólo el que ha de ser 
conoce 
y déjame que te huela, 
sabré enseguida 
si eres tú mi puerto 
y yo tu nao,  
siempre tuya.





Nená de la Torriente