domingo, 13 de octubre de 2013

Le he dicho a las palabras 
que se bajen del lomo de mi mula. 
Hay demasiadas y nunca encuentro 
la apropiada para ti. 
Quizá debiera callarme 
porque no está en las voces 
ni en el verbo aristado,  el perfilado 
e incisivo valor de tu mundo. 
Juego como una torpe malabarista 
a no romper palabras cuando las lanzo 
y las recupero,  juego a amarlas 
y a extrañarlas,  y a mirarlas desde lejos 
lo llenas que andan siempre. 
Pero no todo lo contienen ni lo abrazan, 
ojala fuera así. 
Cuando la mañana entra 
me siento el ser más feliz por lo que veo, 
el mundo por delante y la sangre 
calentándome la piel; 
Pero la mujer más infeliz por lo que  
no sé decirme, 
porque el pulso me está contando cosas 
que el verbo no sabe dictarme, 
y una lágrima redonda y lenta se resbala 
distraída por la mejilla,  aún más redonda 
y abatida. 





Nená de la Torriente