Cuando
pienso en la poesía
no
es en grandes o pequeños grupos
de
poetas que hacen su nido
en las ciudades;
cheques
nominativos
cargados
para una fama que sin duda
llegará
donde ellos quieran.
No
pienso en grandes maestros
que
he leído y releído y que perdurarán
en
la historia de los siglos.
Ni
siquiera en la métrica,
ni en la musicalidad de los versos.
Cuando
pienso en la poesía
cruzo
el mundo del latido
mucho
más allá de la propia sangre.
Más
lejos que cualquier cosa lejana, tanto,
que
puedo entrar en todo
lo que me es cercano e invadirlo
-con
unos ojos que no son ojos-
hasta llegar a mirarlo,
siéndolo.
Nená de la Torriente