me ahogo en aires, mastico cortezas
de árboles, lamo
la piedra de bancos
con su sucia costra, y
no me he muerto.
Mírame,
no me he muerto.
No es el amor lo
más fuerte,
ni siquiera ese yo
que tan alto pronuncias.
Estamos
equivocados,
siempre hemos
estado equivocados,
ahora abre la
puerta y déjame hacer.
Nená de la Torriente