Eso
es lo que eres,
un
poquito en un bolsillo
lleno
de poquitos desordenados.
Esto
me dijo un borracho con ojos
como
espejos:
‘No te preocupes niña,
no te preocupes.
Apoya la espalda en la pared
y soporta el vértigo,
pasará como pasa esa nube,
déjalo estar respirando despacio.
No tengas miedo’.
Nunca
un borracho me pareció tan tierno,
no
por el etílico, sino por la descompostura
que
pierden con tanto vidrio.
Quise
abrazarlo pero no era el momento,
no
era,
no
era.
Amo
se había muerto y estaba cansada.
'Papito, papito' decía mi nena, como si mamita
no
existiera.
El
mundo no solía ser tan confuso.
Nená de la Torriente