viernes, 18 de octubre de 2013

Volver a la vida 
detrás del ladrillo y las ventanas 
sucias, 
del almanaque en bolígrafo, 
de los tachones, 
del apunte desordenado y 
de aquella fecha que recordar. 




Volver a la vida 
detrás de la telaraña en el techo, 
de la mancha en el espejo por 
la perpetuidad de la mosca, 
de la mella en el diente y 
de la arruga en la comisura. 
Volver a la vida 
sin el beso de los buenos días 
ni de las buenas noches. 
Volver sin la caricia íntima 
ni el susurro en el pelo, 
sin todas esas palabras chicas 
que se hacían grandes 
cuando la vida se llamaba vida
antes, 
a los veinte años. 





Nená de la Torriente