detrás
del ladrillo y las ventanas
sucias,
del
almanaque en bolígrafo,
de
los tachones,
del
apunte desordenado y
de aquella fecha
que recordar.
Volver
a la vida
detrás
de la telaraña en el techo,
de
la mancha en el espejo por
la
perpetuidad de la mosca,
de
la mella en el diente y
de
la arruga en la comisura.
Volver
a la vida
sin
el beso de los buenos días
ni de las buenas noches.
Volver sin
la caricia íntima
ni
el susurro en el pelo,
sin
todas esas palabras chicas
que
se hacían grandes
cuando
la vida se llamaba vida
antes,
a
los veinte años.
Nená de la Torriente