con
vosotros,
olvidaros,
ni
me vais a tomar el pulso,
ni
a ponerme el acento.
He
cargado con el carrito de las ocho
ruedas
demasiado tiempo,
y
ya he hecho el giro de la cuchara de palo
otras
ciento.
Os
he besado, os he mimado,
y
os he cuidado con el mayor esmero.
Por
esos motivos no puedo
permitiros
ahora que me arrastréis dando
vueltas,
como
el que hace algodón de azúcar
a
capricho,
y no respeta el gusto de la boca,
el
aire de la albahaca seca,
o de la serena
pieza
del buró antiguo.
Es
tarde ya,
no
me vais a poner el acento,
ni
a tomar el pulso.
Nená de la Torriente