Imagina poseer la luna,
el poder sobre las mareas,
el poder sobre las mareas,
los sembrados,
el vientre prodigioso
y dulce de las madres,
sus partos lunarios.
El corazón de los tiernos
e invidentes amantes,
las reacciones de los elementos,
los cambios.
Imagina robarla en la noche
-por un rato-
y colgarla en los balcones
de las mujeres tristes,
de los melancólicos muchachos.
Prestarla en las noches oscuras
para guiar a hombres perdidos
hasta su casa.
Cenar todos los 20 de enero
a solas con ella
-a capricho-,
el día del cumpleaños.
En Navidad compartirla
con el sol, en un mano a mano,
un juego de luces contendiente,
blanco y amarillo.
Los niños reirían,
darían brincos.
Imagina.
Nená
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