Dímelo una vez más.
Me besarás en cada uno
de los escalones, despacio,
al antojo de la piedra.
Harás que arda el suelo,
el muro y yo.
Vencerás la carrera
por llegar hasta arriba
y jurarás no retroceder
en ninguno de los peldaños,
para que cada beso sea único,
irrepetible, sublime,
esclavo de su escalón
y de su escala.
Dímelo una vez más.
Por favor, sé bueno,
prometo dejar de darte la lata
y me dormiré.
Nená
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