Me dejaste mirarte
desde el tendido de sombra,
un rato cada tarde
a distancia y sin urgencia.
Yo te hubiera mirado todo el día
en el tendido de sol,
sola sobre la hierba
o tumbada desde la acera.
Las cosas hermosas
cuando son realmente hermosas,
ciegan una parte del cerebro,
tejen sus neuronas
y consiguen que lo que sea
parezca razonable,
sólo por estar cerca,
por escuchar sus sonidos
y percibir sus esencias.
Uno se embriaga
de una misteriosa botella,
que una vez que la descorchas,
jamás tiene fin.
Nená
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