sábado, 22 de octubre de 2011



Vive la sorpresa en lo ignorado,
a la sombra de todo
lo que ya intuimos.





Nos sobrevuela en las pestañas
como un chasquido,
en la nariz de un niño
tras una confitería,
el segundo antes
de ser apartado,
despegado de su placer.
Viven los instantes
en su concisa brevedad
y en ella se difuminan,
y maldigo la memoria que se los lleva.
Si el recuerdo preciso
quisiera quedarse,
haríamos novelas, grandes cenas,
homenajes por lo que fueron una vez.
Vive la emoción
en el contraste, en el asombro
que nos deja suspendidos,
carentes de palabras, de sentencias,
rendidos a un ojo seducido,
sin bucear en otra cosa
que no sea devorar su curiosidad.



Nená

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