Poco a poco se van las horas
en derrumbe, esperando que no llegue
lo que esperas.
La primera vez sonreías, tu espera ardía,
¿y si viene hoy mi princesa, y si llega ahora?
El delirio del anhelo te hacía poderoso.
Iban pasando los días y seguías sonriendo
tu paciencia no detenía su denuedo.
Pero tú envejecías como envejecían
las cosas,
¿y si viene hoy mi princesa, y si llega ahora?
Al pasar los años había días que olvidabas
por momentos tu maravilloso deseo,
y pasaba por tu lado sin que te dieras cuenta.
Un día cansado,
terriblemente cansado,
sentado en tu vieja silla pensaste:
‘Por Dios, que no venga, no podría recibirla en condiciones’.
Nená
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