Ángel de paso, travieso, huidizo,
sigue tu camino al anochecer.
Llévate el sol en su infinita maravilla,
y llévate mis ojos con él.
Quizá mañana el alba me regale
olores nuevos, de verde y de rocío,
de humedad mordida.
El viento arrastrará perfumes
de lavanda, de romero,
de tomillo enredado en la maleza,
escondido.
Recogeré algarrobas para hacer harina,
ramas con las que hacer una hoguera.
Y esperaré la tarde para que vuelvas,
por ver contigo y mis fascinados ojos
al sol verterse, en su infinita maravilla.
Nená
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