'Busco el escriño donde guardé el verso
bajo papeles que destapo y desnudo
con la nervatura del demente,
pero no encuentro más
que facturas y deshabitadas cartas,
y en cada hoja que arrojo al piso
soy como un pez que pierde sus escamas,
desesperado y confuso.
¿Dónde está mi verso?
¿Dónde está mi verso?’
Una línea cosida con hilo de plata,
término a término,
como un juramento.
‘Nunca volveré a escribir nada más hermoso’
se lamentaba el poeta, y así es,
porque el verso le hilvanó a él.
No somos imprescindibles.
Nená
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