Atravesar la línea,
cruzar dos mundos
con distintos lenguajes,
la palidez del paisaje,
la diferencia del sonido,
es una maleta de terror.
Una vez salvada, el trago de saliva se disuelve,
el recuerdo como el trago, poco a poco
se va olvidando,
y terminas saltando a la comba con la línea
como si fuera un juego nuevo.
-Aunque algo distinto-
Hay líneas que se resisten, pero terminan
saltándose.
Otras que se saltan a ciegas
porque no depende de las líneas,
sino del fondo -si tiene fondo-
el fulano que va a saltarlas.
Hay líneas que nunca deben saltarse,
están donde están para que nada se desmorone,
y hay que ser un ser humano lógico
para quedarse quieto en el lado que te toque.
Nená
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