sábado, 1 de octubre de 2011


Semáforos de otoño,
alertas ocres.
Cambian los caminos
y las rodadas, los frutos,
las formas melancólicas
de las flores.




El olor limpio
del remolino de viento
sobre los bancos,
antes llenos,
cargado de cartas
sin membrete.
Una gota, un paraguas
en la guantera del coche,
aún una falda corta.
Esa sonrisa extraña
de a media estadía.
Queda todo tardío,
mañana con sol de las cinco,
tardes con sol de las cinco y media.
Los bellos otoños
tan amarillos,
generosos en puestas azafranadas,
en tartas de manzana,
en tazas de té a medias.
Acuérdate de mí.

Nená

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