jueves, 6 de octubre de 2011




‘Soñé con felinos sobre tejados canela,
aullando a una luna de menta.
¡No me dejan decirlo!’
Grita Ana en su celda.







La línea del vértigo es delgada
para un cuerdo que juega,
y más aún si te abandonas a otro cuerdo
que nunca ha sabido jugar.
Los juicios son eso, juicios,
y tienen el valor que les concedas,
nada más.
Hay locos maravillosos
que no deberían estar entre rejas,
y cuerdos tremendamente obtusos
que ni un ‘retiro’ les enmendaría.
Lo ordinario,
lo extraordinario,
lo normal,
lo anormal,
los dictados y los usos de las correctas maneras.

-Que Dios nos pille confesados-

Nená

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