Me dice que nota las estaciones
y le pregunto,
si con ellas la brisa del otoño,
y los olores de la primavera.
Me llama loca,
y se queja de los huesos
y de los dolores de cabeza.
Tiene veintiocho años, pensé
que a esa edad podía
disfrutar del arroyo cuando crece
aunque no pueda verlo,
y sentir el brote de la rama,
y la llegada del invierno.
El olor de los jardines y del frío,
que anuncia la pureza del cielo.
La lluvia que purifica,
borra las paredes del mundo
y nos da otra oportunidad.
Me desconsuela que tantos
estén tan lejos de un mundo
que silba, una y otra vez, prodigios.
Nená
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