Me gusta su naranja encendido
aunque ni huela ni a naranja sepa,
y esa cremallera de su boca
que nunca se cierra, nunca, nunca.
Me gusta el miedo que da risa
y la risa con palomitas,
y que no sea nuestro,
y que no me importe.
Me gusta que no haya peleas
por una bandera
más allá de las mareas,
que si tradiciones, que si políticas.
Yo sólo sé que es un festejo
-viva la risa y el alboroto-
y yo me apunto
a un cañoneo;
que ya esta bien de pupas
y de sangrías,
Señores.
Nená
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