No
quiero perderme
pero ya camino.
Se
seca la lluvia y el estanque,
se
quema el prado,
aguarda
la chicharra la quema rubia,
los
días pálidos de tanta clara.
Crece
la paja en el ojo
como en un nido.
No
es que haya andado tanto amor
es
que anduve despacio
tropezando
y
el sentido del suelo no me dio el relevo.
Me
dicen que leerle me da las armas
y yo lo niego
que
a mí las letras me muerden hacia dentro
silenciándose
enteras.
A
penas sí miro el cielo y se me construye
una
llanura y una pequeña roca hecha
de aliento.
No
veo pájaros amor, no veo pájaros,
y
se me desdibujan los brazos
con todas sus plumas.
Nená de la Torriente