Sólo
le queda ver bonito,
que
al que no es santo le da
por
echarle tablones.
Ella
fue lo que fue
y
la expulsaron del paraíso
y
ya no quiere volver.
Aquel, allá sus guerras,
siempre
dará lecciones de amor
y
de salud con aquiescencia.
Larga
la cana de la lengua
que
se deja emborrachar
por
su variable conciencia,
y
beocio, natural de esta península
y
no de aquella,
el
que acercarse razones quiere
para
elevar un escalón
su
supuesta sensibilidad.
¡Qué
se vayan los dos
con
Dios, o con la ola,
o con el viento!
Nená
de la Torriente