Se levanta el domingo
con
el ala de un gorrión,
a
tonalidades mínimas,
pinceladas
torpes de un pintor novel.
Aprende
de otros días que el esfuerzo
es
garantía de dolor en el espinazo,
sea
la espalda del hogar que sea.
Sostiene
en el olor a segundos de albor
un
cándido aroma a recuerdos vagos
de
una niñez de todos,
donde
se balancea una palabra común:
Mamá
Llega
dormido como algunos rorros
rezongones,
a
los que el vientre-vida
les
parece la verdadera luz.
Nená de la Torriente