lunes, 2 de junio de 2014




Hoy me han disparado tres balas. 
Heridas con precisión 
que conocen la arteria. 

Una en la sien, la más absurda, 
la del hombre que quería bailar 
conmigo,
pero pisando mis geranios, 
y se vino a quejar después 
de que le sangraban las sandalias 
¿es que debía consolarlo? 

Otra en la frente, 
la que menos esperaba, 
la niña de mi corazón había cambiado, 
ahora sabía herir buscando las grietas, 
esas que todos callamos.  

La tercera fue en la rodilla, 
donde se sujeta mi postura y mi confianza, 
el joven ajustó la palabra Locura 
a los rizos de mi pelo 
sólo por no entender la lección 
¿es que no debía aleccionarlo? 

Tres son las balas, 
ninguna en el corazón, 
que sabiamente creía que debía protegerse
y desertó hace días en busca de otro torso. 
Me dijo, nada amoroso: 

“Estás acabada” 

Y era cierto,  
aún llevaba impregnado todo el cuerpo
con ese olor a muerto, 
de una historia de amor.





Nená de la Torriente